SILUETAS 

Words by N.R. Morales 
Art by Daniela Ladancé 

Cierro los ojos… 

Y no puedo ver más allá de mi nariz. Pero ahora que los estoy abriendo, divisó una silueta, o lo que sería su sombra. Que hace contraste con la habitación que está llena de luz. Una luz tan cegadora que no deja descifrar los objetos que hay dentro de la habitación, pues todo parece estar borroso. 

Pero, de poco a poco me voy acercando a la silueta y ella a mi unísono, también. Cuando estamos a poca distancia una de la otra, distancia en la cual podemos apreciar nuestras caras, ambas nos detenemos. Como un silencio en el pentagrama, preciso y con la medida exacta. 

Entonces empiezo a dibujar su rostro en mi mente comparándolo con el récord infinito de caras que yace en esta, pero no logro coincidir con la persona a quien le pertenece este rostro y aquel recuerdo… 

Ambas estiramos la mano derecha hasta que dimos con tocarnos y de esta conexión salió una chispa de electricidad y de esta chispa un recuerdo.

Ambas sentadas dentro del carro comiendo un mantecado, compartiendo historias, compartiendo pesares y luego riéndonos a carcajadas, al mismo tiempo que las lágrimas se convertían en origami de origen Ave, que se echan a volar. 

Todavía la punta de nuestros dedos índices no se habían apartado. Y un impulso nos hace tomarnos de las manos. Ahora con fuerza, firme y con seguridad Pues no queríamos ser separadas. 

De este impulso salió una chispa de electricidad y de esta chispa un recuerdo. 

Está vez estábamos en la playa caminando una junto a la otra. Ambas llorábamos, el recuerdo era intermitente no muy estable pero el sentir era preciso e intenso nos advertía de una presencia malvada que nos acechaba. 

Al salir del trance, del recuerdo; de mis poros brotó sangre toda la que mi cuerpo solía cargar y al ver toda esta afuera de mi, me desplome. 

Pero ella al ver este espectro de sangre parado junto al lado de mi cuerpo, lanzó un grito y cayó sobre sus rodillas y estas retumbaron contra el suelo. No supo hacer nada más que acogerme en sus brazos y cuando todas las partes de nuestros cuerpos tocaron 

Un “embrace”, 

Un portazo… en un solo segundo este acto provocó una lluvia de electricidad. Volviéndome a mi a la vida y a ella, a la felicidad.

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